caricaturista

Mi primer trabajo fue cuando estaba terminando el colegio, y no tenía idea de lo que era el ambiente laboral de jefes y empleados.

La empleada de la gran tienda que supervisaba mi tarde de hacer caricaturas a los clientes me preguntó: "¿Podrías hacerle una caricatura gratis al jefe?". Con una expresión de autosuficiencia, le respondí: "Lo siento, pero las caricaturas son solo para los clientes, no para la gente de la tienda".

No sorprende que no volvieran a llamarme de esa tienda para hacer caricaturas.

Días después comprendí que ese gesto habría significado mucho para aquella empleada y que, además, podría haberse traducido en más oportunidades de trabajo.

Esta lección nunca la hubiera aprendido en el colegio o en la universidad. Es el valor de aprender haciendo. Luego del error, logré analizar qué había salido mal y ver cómo podía mejorar.

Han pasado casi 25 años desde aquel momento. Actualmente, me dedico a investigar y enseñar astronomía y física. Cuando observo a mis estudiantes dando sus primeros pasos o cuando me enfrento a algo nuevo, procuro volver a ese momento de mi juventud y recordar que cualquier primer intento estará lejos de la perfección.

La clave está en tener la valentia de empezar, observarnos, esforzarnos por entender y luego mejorar poco a poco.

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